Cuando sueñas que tu primo pequeño se convierte en insecto y lo matas sin querer

El reloj dice que son las 4 de la mañana. La última vez decía que eran las 2 y media. He tenido unos sueños de estos que no se pueden llamar pesadillas porque objetivamente no son tan horribles. Pero joder... Me he tenido que levantar ya. Lo peor es encontrarse en un sitio que no es tu casa, sin poder esperar a las 6 para contarle a mami lo que has soñado mientras papá te hace un zumito de naranja y el chuchi va con su cola al viento esperando a que le saquen. O irte a dormir al sofá como tanto te gusta hacer, o comer cosas en la cocina. Aquí me levanto, voy al baño rezando para no encontrarme una cucaracha o ver de nuevo al maldito bicho del baño al que ya he bautizado como Manolito el puto bichito del baño, para no pillar justo a mi compañera fingiéndole un orgasmo a su novio y mi otro compañero de piso, y me meto en esta cocina de mierda en la que casi no tengo que comer y nadie me espera para quererme.

Ayer fue un medio-día de mierda. Ni un detalle por San Tontín que me trajo mi tonto particular, un examen en el que me dedico a leer mal las preguntas y cojo y obviamente las respondo mal, ni un amigo para irme a comer de tapas, y luego tampoco para ir a cenar, un brazo al que creo que no le llega bien la sangre y veo que me van a tener que cortar, una nueva caries y nada de clinex para secarme los mocos de llorar. Al menos mi compañero-con-cara-de-tener-la-picha-pequeña se dignó a hablar de algo conmigo.

El sábado tengo el último examen, y por primera vez en mi vida voy a dejar un examen sin hacer el jueves...