Vivir fuera de casa no mola tanto como algunos se creen. Las manos me huelen siempre a lejía y tengo que pedir por favor si puedo ver algo que me gusta en la tele. Mis compañeros me dejan siempre la genial tarea de poner el rollo en su sitio (entenderán el mecanismo de sacar el palito-meter el rollo dentro-volver a encajar el palito???) y pasar la bayeta para quitar sus migas y su asqueroso aceite de frituras por todos los fuegos. Mi comida es una mierda y papi no está para fregar. Mi cuarto rezuma polvo, pero como hago que estudio, no puedo hacer que limpio. No puedo abrazar a mamá ni apachurrar a mi chucho. Además, los canelones congelados están muy malos ¬¬
((Estudiando Psicología de los Grupos...))