Hoy se cumple un mes.
Un mes solamente, o ya un mes. El periódico hace un especial y salen hasta 147 caras de los que ya no pueden volver para recordar. Entre ellos, el tío de mi profesora, el vecino de mis abuelos que esperaba un hijo, vecinos de mi tío, un par de estudiantes de mi universidad... Perfectamente podría haber estado yo ahí, entre esas fotos, teniendo en cuenta la hora y que los trenes de esa línea son los que llevan a mi universidad.
Yo no necesitaba esto para saber que ya a duras penas soporto vivir en la que siempre ha sido mi ciudad y a la que siempre he amado, ni para afianzar mi desprecio por el terror o mi pánico a la muerte y a la desgracia. Tampoco necesitaba aumentar mi puñado de fobias ni mi tendencia a la depresión. Y como yo, todos los que aquí vivimos, en esta ciudad, este país y este mundo.
A mi alrededor sigo viendo miedo, yo misma sigo sintiéndolo y luchando contra él. Sigo prefiriendo no ir en metro y no coger el tren para ir y volver de la universidad. Aún así lo hago, y trato de no pensar mientras sigo pensando. Y miro las caras de la gente y las miradas perdidas, y a mucha gente diferente unida por lo mismo.
Las personas sólo queremos vivir en paz y tratar de encontrar nuestra felicidad. Si ni siquiera eso podemos hacerlo...¿qué nos queda?
Todo mi recuerdo y mi dolor para vosotros, que os han robado la vida por la que luchábais.
Yo, con mi inevitable educación progre y de izquierda pura e idealista, no sé ni dónde mirar, se tambalea mi idea de la educación que todo lo pone en su sitio, o de los pueblos unidos, de las fronteras que desaparecen y las riquezas repartidas, de un mundo sin violencia y en paz. Qué coño, se tambalea mi idea sobre la vida y la felicidad, sobre el futuro, sobre todo en general.
Ayer leí 3 noticias sobre tíos que habían matado o agredido a mujeres que habían decidido compartir su vida con ellos en algún momento. Sólo con ver esto ya no puedo evitar pensar que estamos todos completamente pirados, no importa ni el color ni la religión ni nada.
Nunca he soportado la violencia. Soy de las que tiene que taparse los ojos en las películas con tiros y asesinatos y burradas varias. Si salí con un ataque de ansiedad de ver Daredevil... Una vez una tía imbécil me dijo con sorna, y después de reirse lo suficiente: "Pues si no puedes ver esas películas, no puedes ver ninguna película!". Hay que ser gilipollas. Nunca podré acostumbrarme a la violencia, porque no y porque además no me da la gana.
Quiero PAZ, ni guerra de Irak, ni conflicto entre palestinos e israelíes, ni revueltas sangrientas, ni terrorismo de ningún tipo, ni armas ni bestias, ni los capullos de EE.UU. destrozando el mundo creyéndose la panacea de la justicia divina.
PAZ
P.D: Y para los que puedan pensar como esa tía gilipollas, que sepáis que las mejores películas son las que yo puedo ver.